Archivo diario: 21 diciembre 2009

El maketo jatorra

Un pueblerino

Tal y como muchos de vosotros sabréis el Condado de Eguía-Lancashire ha solido ser un feudo proclive a ETA, la izquierda abertzale en general y movimientos obreros habidos y por haber. Con el paso del tiempo esa radicalidad generalizada que se había enquistado en el Condado ha ido mitigando. Yo mismo he vivido esos momentos en que los zipaios (la Ertzaintza) aparecían en el barrio tras la quema de autobuses y sucursales y todo el mundo les pitaba e insultaba, a una situación en la que muchos vecinos condales insultan e increpan a los jóvenes aprendices de terroristas. Los tiempos cambian y me imagino que alguno, con los años a cuestas, han acabado hasta las pelotas.

Sin embargo, hay un hecho sociológico que me llama poderosamente la atención. Lo podríamos denominar el Síndrome de Estacolmo de los Maketos o el síndrome del maketo jatorra (en eúscaro, simpático, majo). En el Condado de Eguía-Lancanshire ha habido mucha emigración de otras zonas de España (Salamanca, Burgos, Palencia, Cáceres, Valladolid, Andalucía, etc.) y podríamos decir que más de la mitad del barrio es y desciende de las gentes de esas tierras. Hasta ahí todo normal. Lo que no parece tan normal es que mucha de la gente que ha venido de aquellas tierras, e incluyo a sus hijos, traten despectivamente, odien e incluso renieguen sus tierras de origen. ¡Qué quieren que les diga! pero es que me resulta curioso que gente que justo justo sabe decir kaixo, agur, gabon, bi zurito, bai y ez (con voz totalmente engolada, eso sí) me estén hablando de una Euskalerria romántica y por supuesto inventada, que la sienten como la sentiría alguien cuyos 3000 apellidos son del Goierri o del Duranguesado. Tengo amigos de la cuadrilla cuyas familias son guipuzcoanas anteriores a la existencia de Adán y Eva, y por tanto podría entender que no quisieran saber nada de España, empero ¿qué ganan los hijos de salmantinos, palentinos y andaluces despotricando contra España?

Cualquiera de nosotros podemos entender que la gente de Orihuela del Tremedal, de Quintanilla de Onésimo, Orejilla del Sordete o Ataun quieran ser independientes, pero más me cuesta entender (y miren que me empeño) esa anulación personal y familiar que lleva a renegar a uno no sólo de su pasado sino de su propio ser.

Esa actitud complaciente y de colegeo con tu verdugo, con el que según te das la vuelta te llama maketo, charnego, ezurbeltz o carraceño, es uno de los muchos síntomas de una sociedad, la vasca, que está profundamente enferma. Ya digo, uno de los muchos síntomas, uno más.

No hay nada más triste que un converso agradecido. Triste.