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El futuro ya no es lo que era

LOS ELEFANTES DEL CIRCO KRONNER EN LA PLAYA DE LA CONCHA (1928)

¿Por qué San Sebastián tuvo una época de gloria que hoy en día no se recuerda y molesta, incluso, recordarla?

Príncipes japoneses visitan San Sebastián.

El Príncipe Nobuito Komatsu, octavo hijo del Príncipe Fushimi y tío del emperador Mutshuito, llegó junto a su esposa en julio de 1902 rodeado de gran séquito y aparatosidad. Se hospedó en el Hotel de Londres, cumplimentó a la reina, visitó la ciudad y degustó, en la cena que ofreció en el hotel a las autoridades, consommé royal, filets de soles aux truffes, caisses de foie Rossini, poulardes à la portugaise, petits pois à la française, filets de boeuf rôtis, salade, omelette Celestine, glacé vainille pistache y desserts.

Historia del hipódromo de San Sebastián.

Era el 10 de septiembre de 1922. Guetaria celebraba el IV Centenario de la primera vuelta al mundo, dada por Juan Sebastián Elcano. Chicuelo, Valencia II y Marcial Lalanda toreaban en el Chofre. La trainera Nuestra Señora del Carmen Muskarra ganaba la regata Guetaria-Donostia y el Gran Casino acogía al pianista Harold Buer, mientras los 80 profesores del maestro Arbós interpretaban poleas, valses y rigodones, haciendo competencia a la coupletista Angelita Bretón, que actuaba en el Salón Miramar y a la película Marujita que, en nueve partes e interpretada por notables artistas, se proyectaba en el Teatro del Príncipe.

Era domingo, a las cuatro de la tarde, el Gran Premio de S. M. el Rey Don Alfonso XIII, con 550000 pesetas de dotación, el premio más grande del mundo.

Una escopeta, «mejor que un autocar lleno de ingleses».

La frase recogía una idea formulada por Antonio Gaiztarro, presidente de la Real Sociedad de Tiro de Pichón de San Sebastián, quien manifestaba hace cuatro décadas que «a nivel turístico, una escopeta extranjera de las muchas que acuden a Gudamendi, significa para el turismo de la ciudad, en su valor material, mucho más que uno de esos autocares cargados de ingleses que llegan durante el verano. Es natural que así sea; porque el tirador es hombre habituado a grandes hoteles y a las comodidades que ha de pagar. Una escopeta es una de nuestras mejores fuentes de divisas».
«Pero -continuaba-, aún tiene otro alcance muy importante para la ciudad. Gudamendi, como centro de actividad deportiva internacional, preocupa a los medios de información del mundo entero. Mientras se disputa nuestro gran programa el nombre de San Sebastián, y ustedes los periodistas lo saben mejor que yo, es material informativo que interesa a los grandes rotativos, que así nos hacen una propaganda gratuita de valor incuestionable».

Detrás de esas actividades e iniciativas había easonenses. Más brillantes, más intelegentes y con mucho más arranque.

Leyendo éstas y otras crónicas; queriendo saber la historia de tu ciudad, no me cabe duda que detrás de voces engoladas y frases plumbeas cada vez peor articuladas se encuentra una galopante enfermedad llamada mediocridad.

Vivimos tan bien, que mover un dedo resulta intolerable ya que podríamos correr el riesgo de hacer las cosas bien y podría provocar que la gente moviese el culo y se interesase por tener iniciativa propia.

Crédito fotográfico: Kutxa Fototeca

Becarios y manifas

Grotesco. Lo que lleva pasando con la educación, en general, y con la universidad, en particular, desde el inicio de la democracia en España merece, como mínimo, el calificativo de grotesco. Dan ganas de vomitar. Y los primeros tontainas en caer son (somos) los becarios.

Todo el jaleo en torno Bolonia y los planes de reforma del sistema universitario no están sirviendo para abordar un debate en profundidad que nos llevase a analizar qué es lo que tenemos entre manos. Porque lo que tenemos entre manos es un monstruo que está generando diplomados y licenciados con una formación pésima y universidades que no aparecen en ningún ranking, ni siquiera en los que se elaboran en las comunidades de vecinos.

Y ahí seguimos contemplando la mierda. La Derecha como siempre paralizada y acobardada no vaya a ser que llos lamen fachas (¡no por Dios!), y la Izquierda copiando métodos fascistas de los años veinte, como muy bien señala Pepe García Dominguez. Vamos, lo de siempre.

Al final el esperpento redunda en que los hijos de gente con menos medios son los perjudicados. Hace siglos los pobres podían ascender en el escalafón social metiéndose a curas o engrosando las filas de los ejércitos. ¿Y hoy? No queriendo ser cura ni militar, nos hemos encargado, como sociedad, de dinamitar la única vía capaz de mejorar realmente las condiciones de vida y la generación de oportunidades futuras: la educación.

Me da pena ver a muchos becarios y gente humilde juntarse con mangarranes millonetis cuyo divertimento es ser vándalo o terrorista de postín en todo tipo de manifas. Y me da pena, porque he sido becario y sé que cuando finalice la manifa, y cada uno vuelva a su casa, el papá del Hipiji (de Pedralbes, las Rozas o Miraconcha) le pagará el máster y los idiomas (y hasta le enchufará en algún lugar), mientras que el otro (yo) no le podrá pedir nada a sus padres porque suficiente hacen con cuadrar las cuentas a fin de mes.

Las manifestaciones que los becarios deberíamos hacer, los siete días de la semana y durante todo el año, deberían ser para exigir un sistema universitario basado en el mérito y en una enseñanza excelente. Sin embargo, en vez de centrarnos en ese ideal de progreso basado en el esfuerzo basamos las manifas en que tenemos acné y somos superguays y molamos mazo.

Pero nada, becario, a ver si tus amigotes Hipijis de manifas te agencian un currelillo cuando las cosas vayan mal.